Emilio Luque habla con voz firme. Dice que no le esquiva al problema y que siempre tuvo una actitud abierta al diálogo. Sin embargo, el empresario se mostró ayer desconcertado, según dijo en la entrevista con LA GACETA. Los supermercados de la cadena que lleva su apellido permanecían cerrados y, en algunos casos, con protesta del personal en las calles. Admite que arrastra problemas financieros, que las cuentas están inhibidas por el fisco, pero aclara que ve una luz al final del camino, y que puede salir adelante con apoyo estatal.
-¿Qué pasó?
-Debemos una parte de los sueldos de mayo, pero la gente ha tomado esta decisión (protestar en las calles). Me parece raro. Estuve desde el martes con el personal. Me parece que unos pocos les hacen daño al resto de sus compañeros. En nada contribuye tener los locales cerrados, algo que no sucede en las sucursales instaladas en Salta, en Catamarca o en Santiago del Estero. Hace más de 40 años que estoy en el mercado. Es cierto que tengo retrasos en los pagos, pero no para que algunos se larguen a cortar las calles. ¿Qué se gana con un supermercado cerrado y cortando algunas avenidas? Creo que la estrategia debiera ser a la inversa, tratando de no ocasionarles problemas a los vecinos, que son clientes. Incluso, ante la situación que se vive, les ofrecí la recaudación de las ventas de estos días.
-Se viene comentando que ya está en concurso...
-Nunca dije que iba a cerrar o que estaba por concursar. Pero ante el poco stock de mercadería que tenemos en la actualidad, es natural que se piense en un proceso de reestructuración. No hay dudas de que la estructura de Luque será más chica, pero hay que estudiar bien eso. Estamos analizando eso, haciendo propuestas para constituir cooperativas, Unión Transitoria de Empresas u otros emprendimientos para que la gente no se quede sin trabajo. Bajo ningún punto de vista quiero dejar de trabajar. Esto se soluciona con más diálogo y la buena voluntad de todos, no con paros ni cortes de calles.
-Pero, ¿tiene problemas con el fisco?
-Tengo bloqueadas las cuentas por la Dirección General Impositiva. Y no puedo usar esa plata ni para pagar los sueldos de la gente a mi cargo (se estiman que son 1.250 empleados en las cadenas del supermercado) ni para reponer mercaderías. A grandes rasgos, entre abril y mayo hemos dejado de contar con unos $ 46 millones. Pero, a la vez, tengo saldos a favor por el impuesto sobre los Ingresos Brutos. Creo que, con buena voluntad, se puede recuperar parte de ese dinero, para pagar los sueldos al personal y para comprar mercaderías. Eso es lo que nos tenemos que sentar a analizar.
-¿Qué es lo que le pide al Estado provincial?
-Necesito un apoyo para seguir trabajando. No quiero subsidios, pero tal vez sí es posible que nos habilite un préstamo, de cualquier institución financiera, que -como los dije- pretendo devolverlo en un plazo de seis meses. Quiero darles al personal y a los proveedores la seguridad no sólo de que me pondré al día en las obligaciones, sino también de adelantarme un poco a la situación. Tengo años de aportes tributarios, siendo uno de los empresarios que más lo hizo y creo que no la empresa, sino la gente que trabaja en ella, merece una ayuda en tal sentido, un crédito con tiempo prudencial para su devolución.
-¿Qué pasa con los otros emprendimientos del grupo Luque?
-Toda esta situación es ajena a las otras unidades de negocio. El Complejo Alimenticio San Salvador es una sociedad distinta, con sus propios fondos. Los ingenios Concepción y Marapa trabajan con sus cuentas al día. Pero con los supermercados estamos sufriendo la falta de financiamiento. Esto tiene que llamar la atención a los gobiernos provincial y nacional. Hoy es visible lo de Luque, pero también hay PyMEs que tuvieron que cerrar porque no venden y hoy esos locales están vacíos.